Ganó Jesús María
El pasado domingo 17 de septiembre, los habitantes de Jesús María en Santander se enfrentaban a un reto histórico. Debían sacar más de 1.087 votos en la consulta popular en la cual se les preguntaba si estaban de acuerdo con permitir la explotación petrolera y minera en su territorio.
Sobrepasaron el umbral legal por 600 votos, pues 1.667 -equivalente al 97.05% de los votantes jesusmarienses optaron porque estas actividades económicas no se desarrollaran. Muchos de estas ciudadanas y ciudadanos que se acercaron a las urnas estaban movidos por la defensa de los ríos El Valle y el nacimiento de los Alpes, también optaban por mantener las actividades agrícolas y pecuarias de la cual derivan su sustento. Se puede asegurar que defendieron su derecho a optar por un estilo de vida ligado a una ruralidad que muchas veces se cataloga como atrasada pero que tiene la virtud de preservar los bienes naturales colectivos.
Cada vez más en el país la participación ciudadana, utilizando los mecanismos existentes, viene sentando precedentes sobre las opciones de desarrollo territorial que desea impulsar. Podríamos decir que frente a la imposición de actividades productivas que se realizan desde el nivel central los pobladores han venido planteando un desafío: es en los territorios donde debe determinarse el ordenamiento territorial.
En ese orden de ideas, la consulta popular es un reto interesante que nos lleva a interrogarnos si la participación ciudadana con capacidad decisoria, más que un mecanismo extraordinario debería incorporarse de manera permanente en los procesos de planeación territorial, en la medida en que ha sido mucho más eficaz y sensata para proteger los bienes naturales colectivos. Desde muchos rincones del país y sobre todo en algunas ciudades surge el interrogante ¿Será que para la protección de los humedales se podría utilizar la misma figura?
Natali Sánchez Rojas.