Una Ducha Para Empezar el Día...La Vida
Ayer me levanté y sentí que la vida me pesaba; así que mientras trataba de quitarme las cobijas de encima arranque un pedazo del corazón que se estaba poniendo duro y viejo: Lo mire jamente y lo guardé porque hace parte de mi historia. Intentaré que sane y lo devolveré a su lugar. Busqué mis pantuas y me di cuenta que no podía caminar bien, me senté y noté que de los caminos que he pisado algo se me quedo enterrado en la planta de mis pies, así que eso también lo removeré, de esto no guardé nada. Entré a la ducha y el sólo roce del agua cayendo sobre mi piel produjo un dolor insoportable en mi espalda, en el caparazón de culpas acumuladas que vivían allí, sentí que me desgarraba, pero luego de mucho intentarlo logre arrancarlas y erguirme hasta mirar el techo. Comencé a limpiar mi cabello pero no lograba sostener bien mi cabeza, se iba hacia un lado y otro, eran añejados pensamientos revoloteando, golpeándose entre ellos, burlándose de mí, contradiciéndose; eran tan fuertes que me ensordecían, así que al enjuagar el shampoo sacudí mi cabeza y salieron por mis oídos, volviéndose uno con la espuma y yéndose por el desagüe. Quedé cansada, pero liviana y con mayor control sobre mi cabeza y más capacidad para generar nuevos pensamientos. Mi tarea hoy no es fácil. Con la desnudez del que acaba de nacer me envolví en la toalla, frente al espejo vi una imagen de mujer nueva, no la reconocía y sin embargo me era familiar, se parecía a mí, pero estaba viva… respiraba, con lágrimas de recién nacido me di cuenta que era yo, yo reconociéndome, yo llena de vida, resplandeciente, yo después de una dolorosa ducha de desapego.
Angelica Lorena Luna