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¿Qué Esperan las Víctimas?


Las voces de las víctimas no se logran escuchar en medio de una contienda electoral polarizada que hace que la agenda de reconciliación camine por recovecos, tocándole atravesar montañas de rencor sin lograr del todo exorcizar el odio en su trayecto.

Recuperar las voces de las víctimas es una vía importante para no suplantar sus pedidos sino acercarse solidariamente a sus búsquedas y configurar el sendero de la paz en el país. Por eso, en el marco del proceso iniciado por la Jurisdicción Especial de Paz, a 15 años del atentado de la FARC al Club el Nogal, es valioso recuperar las palabras de la representante de las víctimas, Bertha Lucía Fries Martínez:

"Hace quince años, a las 8:15 pm, no sabía que 36 iban a desaparecer ni que 198 íbamos a quedar para siempre con un sello de guerra imposible de borrar. Mi saludo fraternal a los enlutados y a los sobrevivientes.


[endif]--No imaginé que pasaría del odio al perdón y a la reconciliación con mis victimarios. En mis fantasías nunca dimensioné cuan liviano se siente dejar atrás sentimientos de animadversión. Entendí que muchos reinsertados han sido víctimas de un Estado que los dejó a su suerte, sin encontrar otra salida que enlistarse en las filas de la guerra. Escuché muchas historias, recopilé narrativas en las que coincidían sus mensajes de perdón hacía sus víctimas y su deseo de compartir sus historias, sin justificar, si para recordar que hicieron parte del olvido. ![endif]--


[endif]--Nunca dimensioné que tendría que estar “cara a cara” con mis victimarios 13 años más tarde en La Habana y que firmaría con ellos un acuerdo para alcanzar la verdad y todo lo que se deriva de la misma, justicia, reparación, perdón y reconciliación. Ajeno a mí estuvo pensar que las FARC 14 años después del atentado, reconocerían su accionar sólo al frente de sus víctimas, nos pedirían perdón y construiríamos conjuntamente los valores para la reconciliación con el propósito de crear esa cultura.

Nunca estuvo en mi pensamiento que estaría reuniéndome con aquellos que alguna vez estuvieron al margen de la ley, hoy diseñando un plan acción con las FARC para cumplir con lo acordado o preguntando a los Paramilitares sobre su protagonismo y complicidad dentro de las salas del Club El Nogal (…)


Nunca pensé que sentiría dos sentimientos antagónicos, el perdón a las FARC y el desprecio y bullying de algunos cercanos que se dan golpe de pecho en los sermones dominicales y que siguieron y aplaudieron al Papa a cuál más misericordiosos. Siendo oportuno rescatar una de sus tantas lecciones: “La violencia engendra más violencia, el odio más odio, y la muerte más muerte. Tenemos que romper esa cadena que se presenta como ineludible, y eso sólo es posible con el perdón y la reconciliación”.


Hoy algunos conciudadanos siguen en la esquina de la rabia y la no aceptación por el giro que dio el país con el Acuerdo de Paz, aunque estos nos señalan con el dedo acusador a los que estamos de corazón con el fin de la guerra, seguiremos buscando construir los cimientos de un país en el que nos comprometamos en resolver las causas sociales que llevaron a esta guerra cincuentenaria. No podemos permitir que se vuelva a repetir las crudezas de la guerra. Hemos llegado muy lejos, no podemos arriesgar lo alcanzado, no podemos exponer a aquellos que están por nacer, ni a aquellos que por su edad son ingenuos sobre lo sucedido, ni al resto de nuestros compatriotas.


Han pasado 15 años y seguimos sin entender cómo un infiltrado ligado con la Teófilo Forero se vuelve socio y logra el mayor atentado terrorista urbano de las Farc en Bogotá. Seguimos esperando la verdad de las razones del atentado, a quién estaba dirigido, y por qué no nos protegieron los que nos han debido proteger. Esperaremos que la justicia haga lo suyo y que todos los responsables asuman su responsabilidad directa y política por lo ocurrido y pidan perdón, y continuaremos aguardando por la reparación correspondiente pues nosotros no éramos parte de esta guerra".


Como vemos, las víctimas esperan los espacios en donde puedan volverse a narrar los hechos para esclarecer verdades ocultas y en ese proceso quitarse el peso de la rabia, el dolor y la sed de venganza. ¿Será que la sociedad colombiana nos daremos la oportunidad de escuchar ese clamor? ¿Cada uno de nosotros seremos capaces de acompañar de mil maneras esa búsqueda? Esos son interrogantes que nos proponen para ser tramitados tanto individual como colectivamente.

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