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Sueños y Elecciones


¿En qué me beneficia?, ¿qué gano yo, al fin y al cabo si no trabajo nadie me da nada?, si todos son iguales pues voto por el que me ayude en algo eso ¿qué tiene de malo? Inquietudes cotidianas de las que se habla en la esquina, en la casa, en el trabajo, en el transporte público, en la universidad, en fin en diferentes lugares.


La proliferación de esta preocupación ciudadana muestra hasta dónde se ha devaluado la política, principalmente en lo relativo a los procesos eleccionarios, al punto que una de las expresiones comunes cuando se va a sufragar es: yo te colaboro con eso, contá con mi voto. Como si se estuviera haciendo un favor y no ejerciendo un derecho.

Esta manera de concurrir al acto electoral es una clara señal de hasta dónde se ha dejado de concebir la política como la posibilidad de concretar sueños de transformación que están directamente relacionados con la vida cotidianidad. Es como si se hubiera cortado el cordón y se perdiera la relación y la vinculación entre las acciones públicas institucionales y sus repercusiones.


Uno de los argumentos corrientemente esbozados en favor de la actuación ciudadana es la corrupción, se culpa al otro, en este caso al político o al agente institucional y se hacen señalamientos de la más diversa índole.



Pero si en lugar de voltear a mirar donde el otro para que el mundo cambie y cada uno de nosotros se hace responsable de la capacidad de agencia y transformación que puede ejercer en el mundo probablemente otro gallo cantaría.


En esta coyuntura podríamos iniciar por votar responsablemente, lo cual implica:

  • Devolverle la dignidad ciudadana al voto, esto es reconocer que un voto cuenta y por lo tanto es valioso.

  • Conversar sobre las diferencias de un voto a la Cámara y un voto al senado, esto es qué se hace en el Cámara y qué en el Congreso.

  • Revisar los programas y reconocer si están en la vía de lo que nosotros consideramos pertinente para nuestra región y nuestro país.

  • Escuchar a los candidatos y por diferentes vías hacerles saber nuestras inquietudes, tratando de hacer que reconozcan la importancia de propuestas que nos parecen válidas.

  • Conversar con los vecinos y amigos sobre los programas y escuchar

  • Animar a otros a que valoren su voto y no lo vendan o regalen, que ejerzan su derecho de manera responsable y sensata.

  • Por último, denunciar en las líneas ciudadanas habilitadas para evitar, en la medida de nuestras posibilidades, que haya fraude electoral. Una de ellas es Pilas con el Voto.

La madeja se puede recomponer cogiendo alguna de las puntas que se ha roto y si cada uno empieza por ayudar a tejer probablemente recuperemos los sueños y la alegría de la política. Qué dice, ¿se le apunta?


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