Voto en Favor de la Equidad por la Vía de la Educación
La educación es uno de los derechos sociales más vulnerados en Colombia, el gasto público en educación, ciencia, tecnología y cultura es uno de los más bajos del continente. Además tenemos una gran cantidad de fracturas en el sistema educativo y de éste con el resto de las esferas colectivas; por ejemplo cada ciclo educativo tiene la tendencia a no estar articulado a los otros, y la financiación de la educación se estructura privilegiando el negocio frente a la titularidad de los derechos consagrados en la Constitución; también sucede que el campo educativo está distante de las tareas de formación, productiva y ciudadana, lo cual genera que la inversión en educación no esté articulada debidamente con el desarrollo global del país.
Por esa razón, al momento de elegir el nuevo presidente tenemos que preguntarnos si su propuesta educativa es verdaderamente transformadora o si vamos a seguir por la misma, haciendo del panorama de la educación un paisaje inequitativo en el cual solo se ve el relieve de los privilegios de pequeñas cohortes de población que sí logran hacer del estudio una opción para vivir dignamente y de grandes mayorías excluidas o metidas en un embudo de contradicciones, mala organización y deficiente calidad del sistema de formación del país.
En ese sentido, es clave evaluar si la nueva gobernabilidad nacional se compromete con asuntos como: (a) Ampliar la inversión en educación para mejorar las coberturas y la calidad de los procesos educativos, (b) priorizar la intervención del Estado en brindar una educación pública y gratuita a los sectores populares, especialmente en los ciclos de educación inicial y universitaria, pues es donde la cadena formativa está más débil, (c) fortalecer financiera y organizacionalmente el sistema público de ciencia y tecnología, enlazándola de manera integral con los campos de formación y de gestión productiva, para que logremos afincar nuestros cambios sociales y productivos en el valor de la educación, (d) potenciar los saberes ancestrales y los bienes culturales regionales y locales como capitales sociales claves para la construcción de identidad y de ciudadanía activa en el proceso educativo, (e) y finalmente, fortalecer el rol y las condiciones de trabajo de los maestros, los artistas, científicos e investigadores como agentes de cambio y como tejido plural de talentos que son la base de un vivir digno y respetuoso de los congéneres.
En ese sentido, es importante que se entienda que cada voto que opte por la mejor opción es un valor agregado a la reconstrucción de lo público y de un Estado que asuma sus compromisos con los ciudadanos; en este caso el de la educación. El voto en blanco o no votar al final del día, no suman a la definición de una verdadera ruta de cambio para la Colombia que habitamos hoy, démosle paso al país de las nuevas generaciones entregándole la llave de la transformación social con la educación como prioridad.