De Cábalas y Olvidos
Muchas son las dudas respecto a lo que nos espera en estos cuatro años en el mandato de Iván Duque. Se dicen y se hacen apuestas sobre lo que acontecerá, unas pensando que fue la mejor decisión para el país, otras anunciando tiempos de desventura, hay inquietudes que surgen de los primeros guiños que hace el presidente electo el pasado 17 de junio, de las visitas que priorizó y las personas designadas para el empalme. En medio de la incertidumbre sería importante tener en cuenta las promesas que hizo en campaña, especialmente de las prioridades y énfasis que del programa de gobierno final, el suscrito por Iván Duque y su vicepresidenta Martha Lucía Ramírez. El mencionado documento contiene 203 propuestas, en variadas temáticas, bastante abarcativas por cierto, como son libertad y orden, seguridad y justicia, Austeridad y honestidad en la administración del Estado (Lucha contra la corrupción), Instituciones Independientes, Educación, Salud, Familia, Cultura, Economía de Mercado, Innovación Social, Campo con Progreso, Emprendimiento, Ciencia y Tecnología, Economía Naranja y Deporte, Infraestructura, Sostenibilidad Ambiental, Empleos dignos y estables, Ingresos Justos, Equidad, Felicidad.
La gamma de iniciativas propuestas por el presidente electo Duque tiene un olvido importante. No se plantea ninguna alternativa con respecto a la gestión del riesgo, en un país en donde en el año 2017 se presentaron 1.924 desastres, producto de estos eventos 283 personas perdieron la vida, 490 resultaron heridas, en general 996.008 personas pertenecientes a 97.311 familias se vieron afectadas de diversas formas.
Pero el problema no sólo es cuantitativo. El punto es que la gestión del riesgo es importante no sólo debido al cambio climático que hace que se prevean mayores catástrofes sino que tiene que ver con la dificultad para reconocer que, en términos generales, nuestro planeamiento urbano y rural no se ha realizado de manera armónica con la naturaleza y que por tanto se deben generar una serie de intervenciones para impedir el impacto negativo.
Más aún, el programa de gobierno de Duque se propone la gestión, control y seguimiento a los Planes de Ordenamiento Territorial (POT), sin entrar a reconocer que uno de los asuntos centrales en la gestión del riego tiene que ver con el reordenamiento territorial; esto es, no se trata solamente de una implementación pulcra de los POT sino de una rectificación que armonice y minimice los riesgos.
Así las cosas, sería necesario que la ciudadanía se prepare para que en el nuevo plan de gobierno se incluya de manera adecuada lo concerniente a la gestión del riesgo para, de esa manera, contar con los instrumentos necesarios para que en estos cuatro años se avance sustancialmente en las rectificaciones necesarias con referencia al ordenamiento territorial. De esta forma, más que seguir por el camino de las cábalas, podríamos avanzar en la construcción de nuevas maneras de habitar los territorios.