Cali bella
Claro que Cali es bella, esa que se levanta en medio del aguacero, esa que recibe los arreboles y los anuncios de borrasca al atardecer con cielos infinitos que quien los ve nunca podrá olvidar. Cali es bella en la Calle Quinta, en su camino real que, a pesar del abandono, sigue abarcando de sur a norte la intuición de amorío entre las montañas del farallón y las huellas de un valle otrora frondoso que hoy sobrevive, bello, entre cenizas.
Claro que Cali es bella, con sus ventas de jugo de naranja, de arepas, pándebonos y buñuelos en cada esquina, con sus radios prendidos, con su jolgorio que camina como bailando y que habla como cantando; con su taller improvisado, con sus ventas ambulantes: “le vendo minutos. A la orden, vive cien, vive cien, le tengo la piña, la piña, barata la sandía pal calor, tenemos el juguito de uva, la vitamina, la vitamina, le limpio el vidrio patrón, se la tiene la gafa, la gafa…”.
Cali es bella cuando llueve y la nostalgia se posa en cada morador, que mira las gotas de aguacero como si fuera criptonita, cuando nos arrumazamos en los alerones y miramos desde las ventanas; cuando le hacemos rezos al sol y nos hacemos melancolía colectiva por la falta del calorcito.
Cali es bella, huele a frutos mezclados, huele a fogón caliente, a aguas que corren furiosas con el amor de la montaña que se abraza con los humedales y frailejones más abajo. Bella arcadia que sabe a cocada, a chontaduro, a empanada; lugar de la memoria que suena a rio corrientoso a aguas cayendo sobre los techos, a vendavales de risa que se arremolinan por sus andenes. La Cali que no se va, la que siempre está aquí en estas sensaciones mientras llueve.
Jesús Darío González. Noviembre lluvioso 2017.
Nuestro patio, es un lugar físico y virtual que cuenta con un frondoso árbol, pensado para propiciar encuentros entre artes y estéticas populares de la ciudad región. Es un espacio para entrelazar o cruzar caminos a través de la más diversa multiplicidad de lenguajes (musical, plástico, visual, corporal, poético o literario), todos en el marco de una sensibilidad que permita diversificar las experiencias de vida en la ciudad popular, como forma de hacer gestión cultural compartida.