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¡Que viva la bicicleta!


La mayoría de los seres humanos que viajamos en esta nave planetaria estamos habitando las grandes ciudades. Cuando se publique esta nota seremos más de 7.526.800; este año hemos crecido en casi 53 millones, algo más que la población de toda Colombia. Mientras en 1950 el 29,6% de la población (746,5 millones) era urbana, en Colombia lo era el 32.7%. Para el 2020 seremos 4.338 millones (56,2%) de urbanitas en el mundo, de ellos 41 millones serán los urbanitas colombianos. La gran victoria del modelo de poblamiento moderno es que somos seres cada vez más urbanos, lo cual puede llegar a significar que somos cada vez menos aptos para vivir al ritmo de la biología del planeta, ya no tenemos ciclos circadianos con el sol, somos seres que se apretujan, casi inmóviles, sobre palcas calientes de cemento.


Sin embargo, desde que Ilich nos propuso en 1975 que podíamos atravesar hacia un modo de producción post industrial sin tener que pasar por la era industrial, despejo las brumas que nos hacían creer que el desarrollo de las fuerzas productivas debía seguir por esos escalones que la idea teleológica y monótona de la historia había inculcado. El desarrollo se ha convertido en la propia destrucción del sistema capitalista, es como el Ouroboro comiéndose la cola. De qué sirve tener acceso a modernos vehículos de combustión cada vez más eficientes y disponer de un complejo sistema de trasporte multimodal, si esto termina asfixiándonos. Las ciudades de Medellín y Bogotá lo atestiguan. Por eso, ¡que viva la bicicleta!

Hildebrando Vélez Galeano.


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