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¿No Estamos Cansados?



El pasado 9 de febrero, día del periodista, en una emisora musical de la ciudad, como a eso de las cinco de la tarde, un locutor decía: “Ya hubo sangre, imagínese, en Yumbo ya se fueron a los golpes. Qué espera el Ministro de Justicia, el del Interior para prohibir que estos señores de las FARC sigan haciendo campaña como si nada”. Lo paradójico es que el malestar expresado por el agente radial tiene una gran audiencia, en el sentido, de que gran cantidad de ciudadanas y ciudadanos se sienten identificados con la postura enunciada por el comunicador.


Si tomamos distancia de este agite en torno a la presencia de las FARC como partido en la coyuntura electoral y de la gran polarización que está presta a descalificar al otro, al contrincante y tratarlo como enemigo, sí hacemos memoria, encontramos que llevamos más de un siglo firmando acuerdos de paz para iniciar una nueva guerra. En los años ochenta y los noventa se asesinó a tres candidatos presidenciales y se exterminó a partidos políticos de la oposición, lo cual sembró la desconfianza para que la paz sólo se firmara con el M-19 sin concitarse la voluntad política de los demás grupos alzados en armas, por tanto frente a nuestros ojos se deshizo la posibilidad de adelantar un gran pacto de paz. En el cuarenta y ocho se generó todo un holocausto en lo que hemos denominado La Violencia, con mayúscula, en donde se mataron liberales y conservadores, inclusive de la misma familia. Tristemente, la gran violencia terminó con un pacto que fue la cuota inicial del surgimiento de lo que hemos conocido como las guerrillas.


Es como si nos hubiéramos acostumbrado tanto a la violencia y a las razones de la guerra que nuestro sentido común se hubiera atrofiado y por tanto nos cuesta hacernos la pregunta más obvia: ¿vamos a seguir por la misma?



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