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Conversaciones en Proceso Electoral


Durante cerca de 20 años, nos acostumbraron a que Colombia era una sola cosa, guerra, todos sus males empezaron y terminarían con la guerra, nos embrujaron con este ideal de un nuevo país; Andrés Pastrana nos prometió la paz negociada, cosa que no paso. Álvaro Uribe nos prometió la paz por medio de la guerra (se reconoce que cambio la correlación de fuerzas), pero no obtuvo la victoria, su costo fue alto, en guerreros e inocentes muertos. Juan Manuel Santos nos prometió la negociación, a un costo, el perdón y la promesa que no se volvería a repetir, perdón que despertó el odio, de una sociedad católica y cristiana, que resalta el perdón como uno de sus valores más preciados.


Hace 20 años ningún colombiano que aspirara a un cargo político por elección popular, se escapaba a esta discusión de “todos a la guerra”. Hoy el panorama es otro, surgen diversas conversaciones que no eran posibles en los últimos 20 años, y persisten otras que se niegan a desaparecer.


Por un lado escuchamos, una conversación política que invita al odio, crea fantasmas imaginarios,“si no somos nosotros quedaremos como alguno de nuestros vecinos comunistas”. Conversación política que motiva el miedo, que cimienta el rencor por los atropellos de las partes, después de 53 años de confrontación armada.


Otra conversación, enarbola la vieja idea de un Estado consagrado al sagrado corazón, el regreso a la Edad Media, dejada atrás por los colombianos a través de la Constitución del 91, nos declaramos un Estado laico y respetuoso de todas las creencias, donde la religión debe estar alejado de las decisiones de Estado.


Una tercera conversación se refiere a la reivindicación de un partido, que resalta nuevas banderas como garantes del proceso de paz, y la promesa de un nuevo rumbo acorde a la Constitución y la ley.

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Una cuarta conversación, muy moderada que agita las banderas de cero tolerancia a la corrupción, pero no se evidencian más propuestas, que las del ejemplo de una ciudad pujante y educada. Las propuestas son más [endif]--académicas, en torno a aspectos educativos como instrumento de transformación de la sociedad.


Por último, una conversación que plantea el cambio de modelo económico, soportado en la tenencia de la tierra, se pone en conversación el latifundio que frena el progreso, la necesidad de democratizar esta tenencia de la tierra, la esperanza de construir una sociedad más humana y equitativa, la posibilidad de cambiar el modelo económico, hacerlo más pujante pero a la vez, más acorde con la preservación de nuestro recursos naturales.


Se manifiesta de nuevo diferentes miradas de país, se establece una conversación de ideas que generan nuevos rumbos en la política, y surgen otras miradas diferentes a la guerra, esperemos que los colombianos sepan decidir lo más conveniente para todos, y la sincera invitación a impulsar, miradas que nos alejen de la espiral de odio, y surja la esperanza que por fin salgamos de una democracia marcada por los asesinatos, que han impedido mirarnos como colombianos, como ¡uno! pero diferentes, que se termine los días de muerte de: Rafael Uribe Uribe, Jorge Eliecer Gaitán, Luis Carlos Galán, Bernardo Jaramillo, José Antequera, Pardo Leal, Carlos Pizarro, Álvaro Gómez Hurtado, y tantos otros de a pie, que murieron por la esperanza de un país mejor.

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