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Ciro, Miguel y Yo o la Pedagogía del Testimonio


El Nombre.


Lo primero que debo decir es que me gusta el nombre de la película “CIRO Y YO”, porque habla de una relación, de un documental que se realiza a partir de esa relación entre Miguel y Ciro, relación entre guía y fotógrafo, entre amigos, entre documentalista y protagonista, entre quien recupera un testimonio y la “fuente viva” que cuenta su historia.


Me gusta porque desde el titulo el documentalista se esconde tras un pronombre, para darle lugar a Ciro y su historia. Me gusta porque detrás del pronombre podemos estar todos los que nos volvemos testigos del relato de Ciro y nos pregunta: ¿Y yo que tengo que ver con Ciro?


Los Relatos.


El documental, como “caja china”, encierra un relato, un testimonio, dentro de otros relatos, dentro de otros testimonios, los sitúa y les da contexto.


Como espectador me encuentro, por lo menos, ante dos testimonios. El primer relato es el documental, la realización cinematográfica que hace Miguel Salazar, a través de la cual le da voz a Ciro, a un sobrevivente, para que reconstruya su historia y relato de vida.


Miguel, a lo largo de su vida de amistad con Ciro, se convierte en testigo del sufrimiento, de la paciencia, de la historia de Ciro y cuando Ciro llega desplazado a sobrevivir en Bogotá deciden hacer la película.


El segundo relato es el de Ciro, que sirve de material para el documental. Ciro es testigo de la historia de John, de Elkin, de Anita y como sobreviviente les da voz a sus hijos y esposa muertos, les da voz a los miembros de su “familia muerta”.


El testimonio de Ciro nos permite acercarnos a la voz de los muertos del conflicto, a los que ya no pueden hablar, ni reclamar, ni dar testimonio.


Me resulta sugerente como Ciro, en un acto que convoca la dignidad, le explica a los funcionarios que el anhelo, la esperanza de Anita era vivir en la casa que nunca llego para ella. En ese acto les da voz a esas personas tímidas, temerosas, mujeres, jóvenes, desorientados, desplazados, que se quedaron esperando que se realizara su ilusión, que murieran esperando su esperanza…la casa, la fábrica de chorizos, todo aquello que no llegó y que les quitaron.


La Institución de la Guerra.

En la mezcla o montaje de los relatos en el documental se va deconstruyendo para el espectador un relato mayor, el relato de la violencia y de la guerra, se va mostrando al país como una cárcel, como un gran campo de concentración, con una racionalidad, con una lógica, con una burocracia.


Se muestra al país como una gran institución de la guerra, con personas que desde sus lugares y prácticas de poder decidieron que el único proyecto de país posible era la guerra y que sus decisiones tuvieron efectos directos, concretos, afectaron la vida personal y familiar de Ciro, de Anita, de Elkin, de Esneider. Lo dice claramente Ciro: “…a mi todos los grupos me hicieron daño”.


La Pedagogía de la Violencia.


Ciro a través de su narración también nos deja ver como es la didáctica en la institución de la guerra. Relata un episodio, durante la zona de distensión, cuando la guerrilla se va a llevar a Elkin y Ciro va a hablar con el comandante, este le responde: “…tranquilo que allá lo vamos a volver un hombre”.


Una frase común, que repetimos todos, en los grupos armados y fuera de ella: “volverse hombre”, “enseñar a ser hombre” o “aprender a ser hombre”. ¿Qué quiere decir esto? ¿Qué te van a enseñar a ser una persona de género masculino? ¿Qué te van a enseñar a ser persona? o ¿Que la guerra nos vuelve mayores de edad?


Este episodio demuestra como la guerra, como los diferentes grupos que participan del conflicto armado y sus miembros, deshumanizan a las personas como Ciro y Elkin, deshumanizan a los ciudadanos y luego se atribuyen el poder de enseñarnos como ser hombre o asumen que tú eres de su propiedad, como sentencia el comandante paramilitar cuando dice: “…aquí se entra fácil, pero es muy difícil salir”.


¡Tanta prepotencia de aquellos que agencian cualquier forma de poder!


Nos dicen en la propia cara que no eres nadie, nos ignoran, te acusan de no tener conciencia o que tu forma de vida no es adecuada o digna. Así los funcionarios de la guerra imponen sus propias creencias, su forma de vida y les niegan a las personas y a las comunidades, la posibilidad de decidir, de vivir en libertad y de ser lo quieren ser.


Los resultados del proceso de aprendizaje para Elkin fue que volvió cambiado, convertido en otra persona, mas alzado, violento. En el grupo decían que mentía el que dijera que no había conocido la muerte o lo que es matar.


El trato inhumano lo volvió “nervioso”, le daban ataques, se aburrió de la vida en el grupo por la agresividad con que eran tratados y que lo dejo con resentimientos.


Elkin ya no era el niño que se fue, el “niño de la selva”, que no soportaba los zapatos, ni la camisa y que salía del agua o del monte en cualquier momento, me atrevo a decir que tal vez había dejado de ser “Memin”.


Posteriormente, cuando Elkin salió del grupo armado, no encontró en el gobierno ni en las políticas de reinserción la protección que debía tener. Incluso la institucionalidad que debía garantizar sus derechos y su resocialización también lo utilizó y lo entregó a los paramilitares.


Después de la Guerra.


Ciro, Esneider y Miguel, montados en esa canoa “hechiza”, navegando por el rio de los 7 colores, llevando los plátanos, la risa y la esperanza, nos preguntan si estamos en disposición de construir un proyecto de país, de sociedad, diferente al proyecto de la guerra y el miedo.


Si estamos dispuestos a construir un proyecto de sociedad que renuncie a la guerra como modelo de desarrollo, que renuncie a la violencia como forma de tratar las diferencias políticas, que vuelva a juntar el país nacional y el país político, un proyecto de sociedad que asuma la No Violencia como imperativo colectivo y ético para construir sociedad.


Nos preguntan si estamos dispuestos a la reconciliación entre todos y a vivir una vida en democracia, en la que sea posible la realización de todas las formas de vida, en la que podamos elegir autónomamente lo que queremos ser y en la que se garantice el respeto por el Otro. Si estamos preparados para permitir que Ciro y Esneider pueden vivir, por fin, como ellos lo quisieron siempre.


Montados, navegando en esa canoa, nos pregunta: ¿Es posible Colombia después de la guerra?


Para responder esta pregunta se requiere abordar una propuesta ética y pedagógica en la cual nos preguntemos ¿Qué nos pasó? ¿Qué fue lo que nos llevó a la guerra? ¿Cuáles fueron las razones y la racionalidad de todos los actores y responsables que condujeron a causar el daño que se le causo a Ciro y su familia?


Son preguntas y reflexiones que debemos hacer cada uno, cada persona, en singular y también se deben abordar en espacio e instancias colectivas. Son preguntas que tienen que abordar personas como Rodrigo Londoño, como Andrés Pastrana, como Álvaro, Luciano, Marta y Yo. Preguntas que deben hacerse…los que recomendaron las políticas de recompensas, los que decidieron los secuestros, los que le enseñaron a Elkin a matar, los que nunca construyeron la casa de Anita, los que le negaron el restablecimiento de derechos a Elkin, los que le negaron el proyecto productivo, los que ordenaron matar a Elkin y los que lo ejecutaron.





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