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El Buen Vivir y la Propuesta de la Colombia Humana


El 17 de junio, en la segunda vuelta para las presidenciales, se enfrentan dos proyectos de mundo, dos formas de entender la naturaleza, si se quiere, la “madre tierra”. El proyecto uribista, desde una visión extractivista neoliberal, asume la naturaleza como depósito de recursos explotables. Para el uribismo, Colombia debe ser un país exportador de riquezas naturales a los centros de poder económico. El proyecto de la Colombia Humana, desde una visión progresista pos-extractivista, asume la naturaleza, principalmente el agua, como base de la protección de la vida en el planeta. Para el progresismo, liderado por Gustavo Petro, Colombia debe ser un país que transforma desde el saber sus riquezas naturales, en primer lugar, para el bienestar de la nación, para la autosostenibilidad.


Esta propuesta de la Colombia Humana se enmarca en la idea de avanzar hacia una economía del siglo XXI que permita enfrentar el cambio climático, superar el rentismo y democratizar el acceso a las fuentes de energía. Se trata de la conjunción de una transición posextractivista de combustibles fósiles con el paso hacia energías limpias, renovables (solar, eólica, eléctrica, etc), uso de redes infoenergéticas y relocalización comunitaria de la producción económica (pensada por autores como J. Rifkin, E. Ostorm y P. Mason)

Podemos enmarcar esta propuesta en los paradigmas teóricos del Buen Vivir originados en los pueblos originarios de América que hoy complejizan las ideas de crecimiento, progreso y desarrollo basadas en la separación absoluta entre naturaleza y cultura. Hilando más delgado, la perspectiva del Buen Vivir nos puede permitir como nación tomar distancia de las lógicas coloniales de acumulación/explotación inter-nacionales (capitalismo dependiente de las dinámicas centro/periferia) al tiempo que nos posibilita para avanzar en la desestabilización de lógicas estructurales de inequidad intra-nacionales, todo enmarcado en el equilibrio con la naturaleza de la que hacemos parte.

Sería pues importante concientizarnos de que este es uno de los caminos colectivos de convivencia a los que apostar como una de las banderas de una nueva política emancipatoria. Debemos hacer nuestra, hacer propia, la bandera por un Buen Vivir que se oponga a un Mal Vivir para las mayorías y un Vivir opulento para algunos cuantos poderosos beneficiados del sistema hegemónico neoliberal. Este necesario camino por el Buen Vivir se despeja si el pueblo colombiano permite la llegada de la Colombia Humana al poder ejecutivo.


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