¿Vamos a Seguir por la Misma?
Cerradas las elecciones presidenciales seguimos en el modelo de gobernabilidad producido por el consenso Washington que tiene en crisis la vida en Colombia y en América Latina. El modelo sociopolítico y económico implementado en las últimas décadas es un fracaso en términos de concentración de la riqueza y crecimiento de la pobreza; aun cuando ha crecido el PIB, las situaciones de exclusión y violencia social se han reproducido al punto de naturalizarse en varios sectores de la sociedad; el nuevo gobierno electo para el periodo 2018 - 2022 lo sabe y persiste en radicalizar su implementación. El camino se vuelve incierto, se radicalizan las políticas extractivistas, la prioridad al comercio, la mercantilización de los territorios y de la sociedad en general. Se percibe una radicalización de conflictos de sobrevivencia, mientras se visualiza una nueva oleada de desmonte del Estado y de ampliación del margen de las políticas subsidiarias que hacen del asistencialismo un negocio muy lucrativo para los poderosos. Más allá de los temores y las esperanzas que en el corto plazo la situación genera, todo el entorno tiene un humor de anacronismo, de seguir por la misma…
Frente a ese panorama muchos sectores se vienen planteando cómo asumir caminos alternativos, el problema de lo alternativo e que es un acrisolado margen de búsquedas que no logran generar un registro común; por un lado van con sus apuestas electorales los liderazgos y partidos parlamentaristas; por otro lado van los ambientalistas, las etnias, las luchas de género, los sindicatos de industria y de los servicios, los movimiento sociales urbanos y campesinos en general. No se logran generar avances de encuentro, de un camino común en las tramas territoriales más cotidianas; en ese escenario la agenda que busca lo alternativo corre el riesgo de manifestarse escasamente de evento en evento y de protesta en protesta en la nueva edición electoral en las locales del 2019.
Es cierto que la derrota a la propuesta de la Colombia Humana es celebre porque como nunca los sectores alternativos se acercaron a una disputa por el poder político; sin embargo, es una derrota y se debería profundizar porque se ha dado, para visualizar los vacíos en el funcionamiento de la democracia, en la formación de nuestra cultura política, en nuestros partidos y movimientos sociopolíticos más recientes. Cierto es que está emergiendo una nueva generación política, no obstante esos nuevos liderazgos requieren un nuevo proceso de formación, de innovación política, de pulimento para que no fracasemos nuevamente en medio de autoritarismos, cortoplacismos y reyertas interpartidistas.
Si queremos salir de las mismas trazas de la política colombiana de las últimas décadas, necesitamos hacernos ciudadanos, formarnos en la construcción política y en el ejercicio de la solidaridad social, fortalecer una apuesta común de nuevo país. La oportunidad para desencarrillar el tren extractivista y mercantilista está en que se logre estructurar una política que actué en lo cotidiano y que produzca el Ethos ciudadano que logre imaginar un nuevo camino; a propósito de esa clave formativa, estos años que se vienen hay que callejear, hay que protestar, pero sobre todo hay que sentir y pensar colectivamente para que haya esperanza y para que salgamos de la hegemonía de una elite rentista que poco interés tiene en el sufrimiento de los grupos sociales más humildes y de los territorios dañados por la voracidad de los agentes del gran capital.