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Memoria y Lucha Negra


El Festival Petronio Álvarez empezó en los Cristales, como una expresión de las comunidades negras en Cali, como una de las maneras para hacer que esta ciudad fuera de alguna forma suya. Esto que inició como un encuentro ancestral, sentido y vivido, fue invitando a esa comunidad popular que vibra y canta con el sonido del tambor, con el repique de la marimba.


Siempre en agosto la cita se cumplía sin tanto protocolo, pero empezaron los problemas en los Cristales, que el ruido, que la gente ya no cabe, que es necesario hacer un reconocimiento del aporte de los pueblos afros en la construcción de la ciudad y el pacífico colombiano. Entonces se trasladó a la Plaza de Toros y convocó y conmovió a personas de otras regiones e incluso a una gran cantidad de extranjeros.


Muchas voces susurraban que había que estar alerta para que no se robaran la tradición, para que no mercantilizaran aquello que era sentimiento y fuente de vida. En nombre de la marca del evento muchas cosas han cambiado, es imposible valorar qué tanto se ha ganado y qué tanto se ha perdido. Lo cierto es que ante el intento de patentar el viche y el arrechon como propiedad de un individuos, es necesario prender la alarma sobre la necesidad de proteger las tradiciones ancestrales, de reconocer que hay unas maneras de hacer que están arraigadas que no deben someterse a leyes del mercado, que son patrimonio colectivo y relacional.


En ese sentido es necesario no sólo que exista una movilización ciudadana y popular que recuerde que no es posible patentar la bienes culturales colectivos como propios de un individuo porque eso atenta contra el reconocimiento de los pueblos sino también realizar todas las acciones legales para dejar la jurisprudencia necesaria que garantice la protección de las costumbres y tradiciones. ¡Carajo, vamos a permitir que nuestras tradiciones se vuelvan oferta de mercado sin más ni más!



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